¿Una marca de cosméticos?

En el caso de Cristina Fernández, la presidenta electa, su campaña fue muy personalista. No se centró en el partido (Frente para la Victoria) y siempre se la presentó por su nombre de pila: “Cristina”, en lugar de “Cristina Fernández” o “Cristina Fernández de Kirchner. La creciente mediatización de la política y su consecuente banalización y farandulización hicieron que la imagen personal de los candidatos tome preponderancia. En reiteradas ocasiones, hasta por encima de sus ideas. Y la esposa de Néstor Kirchner no escapa a este fenómeno. La primera dama hace de su imagen un aspecto fundamental de su estrategia política.
Se puede observar en las diferentes graficas y spot publicitarios como la política hoy se centra mas en el personaje que en las propuestas que hay detrás de ella, se busca una buena imagen, y no una propuesta profunda.
Nuestra presidenta electa no escapa de la estetizacion del mundo, tiene muy en cuenta su imagen, y la mayoría de las publicidades graficas (todas me atrevería a decir) tienen la dimensión de su rostro. ¿Una marca de cosméticos o Cristina candidata?

En muchas de las entrevistas que se le hicieron durante este tiempo el tema de la estética es una constante. Aquí queda explicito como Cristina hace de su imagen un aspecto primordial de su táctica política.
“El capitalismo de ficción se interesa por la exacerbación de las sensaciones y emociones a través de la articulación a una realidad depurada, purificada y esterilizada del peso del tiempo y el espacio bajo la lógica de una estética Light…” (Verdú)
Sus discursos siempre estuvieron acompañados de piezas de prêt-à- porter y un make- up que destaca sus rasgos. “Yo siempre me arreglé y me pinté como una puerta. Creo que nací maquillada, y cuando dije ‘mamá’ por primera vez, tenía rímel y estaba toda peinadita. Todas las mujeres somos coquetas” dice Cristina.
El cuerpo hoy es objeto de belleza no sólo para la producción y el consumo, sino para el espectáculo, la publicidad y el ocio. Las políticas de la industria y el comercio hallaron en el cuerpo un nuevo mercado de numerosas ramificaciones y la estética determinó que fueran la búsqueda de la anti-edad y la belleza eterna alguno de los nuevos ideales de personalidad y autenticidad.
El consumo fundó un sistema de valores donde los objetos y la apariencia, se consideran signos de diferenciación social, de aceptación, de prestigio y jerarquía. Nuestra cultura ha hecho de la juventud y la belleza los signos positivos de mayor valoración.

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